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Radio Nikosia se organiza en 2003 como un colectivo reunido por iniciativa de un grupo de personas diagnosticadas y de un antropólogo y comunicador argentino. En 2008 se constituye como asociación sociocultural y como club social para personas con sufrimiento mental. Desde sus inicios, la propuesta nikosiana fue creciendo de manera rizomática25, es decir, de forma no jerárquica, sin rumbo fijo, trabajando en proyectos de sensibilización, talleres, comunicación, acompañamiento, formaciones, etc. Los ejes transversales son la politización colectiva y la producción de otros discursos sobre el sufrimiento. En la asamblea semanal se recibe a nuevas personas, otras se despiden, se organizan los contenidos de cada programa, se reflexiona colectivamente sobre la vida, la eutanasia, lo visible y lo invisible, los vecinos, etc.26.
Crecimiento ‘desigual’ del EIR por comunidades autónomas: así se reparten las 2.171 plazas
MARÍA ALCARAZ.- La convocatoria EIR 2025 ha publicado 2.171 plazas oficiales, lo que supone un 3% más que la oferta de la última convocatoria. Aunque esta ha aumentado, cada comunidad autónoma crece a un ritmo diferente. Incluso se da el caso de algunos territorios donde la oferta es menor que en años anteriores.
Las profesiones sanitarias, al servicio de las autoridades, organizaciones y víctimas de la DANA
Los retos son visibilizarlas, sistematizarlas y poder valorar el impacto que tienen en la salud de las personas y la comunidad. En este cambio de modelo resultan básicas la participación y la implicación de las personas diagnosticadas como agentes del proceso. Según Arnstein18,19, este tipo de participación sería simbólica, entendida como consultas a formar parte de comités, pero solo de manera instrumental, aceptando algunas propuestas, pero sin que las personas lleguen a ser partícipes de las decisiones. Sin desmerecer estas formas de participación, sí criticamos que en ocasiones se trata de espacios clientelistas y de cooptación, para cumplir ciertos criterios exigidos a las administraciones. Entendemos la participación como un proceso en el que se gana control sobre las decisiones que afectan a la propia vida y que fomenta la vinculación con la comunidad donde vivimos, lo que tendrá un impacto en nuestra salud y bienestar20,21.
El grupo de mujeres surgió desde esta lógica horizontal como propuesta de las mismas participantes que fue recogida para organizar un espacio comunitario de cercanía e intimidad en el que abordar inquietudes comunes, masajearse, maquillarse e intercambiar objetos. Se hablaba de vivencias sobre la sexualidad, amores, menstruación, miedos y necesidades desde una perspectiva relativa al «ser mujer» como manera de estar en el mundo. La participación del grupo se construyó como voluntaria, variable y abierta a las posibilidades y el deseo de cada compañera el día de reunión. El grupo nació atento a responder a inquietudes planteadas entre mujeres en momentos entre otras actividades, casi entre susurros que buscaron de manera activa la creación de un espacio propio donde ser compartidas, escuchadas y elaboradas. La idea inicial de crear el grupo se planteó entre las interesadas y una estudiante, luego con el equipo de coordinación de la entidad y finalmente fue bien recibida en la asamblea semanal, otorgando un carácter colectivo, horizontal y afirmativo a la propuesta. El lunes siguiente se realizó la primera reunión, en noviembre de 2014, en la sede de Radio Contrabanda.
Sin embargo, la idea de salud mental comunitaria va más allá de la apropiación de espacios y del trabajo «enredado» entre servicios, equipamientos y entidades de la comunidad. Según Gofin et al.16, la salud mental comunitaria sería la expresión colectiva de la salud mental de una comunidad definida, condicionada por la interacción de los factores personales, familiares, del ambiente socioeconómico, cultural y físico, así como por los servicios de salud. A estos determinantes más próximos se sumaría la influencia de determinantes estructurales como las políticas de salud.
- Significaría también trabajar en red dentro y fuera de los servicios, implicando a diferentes agentes comunitarios, incluso a quienes pueden no entenderse como agentes directos.
- Por otro lado, la convocatoria IMPACTE se centra en impulsar el impacto social del conocimiento generado por universidades y centros de investigación.
- Implica también romper con el estigma que considera que la persona «enferma mental» es pasiva, infantil y desconocedora de su realidad, visión que legitima situaciones de exclusión social, vulneración de derechos y sometimiento a la autoridad psiquiátrica/profesional.
- El grupo nació atento a responder a inquietudes planteadas entre mujeres en momentos entre otras actividades, casi entre susurros que buscaron de manera activa la creación de un espacio propio donde ser compartidas, escuchadas y elaboradas.
Cataluña destina un millón de euros para proyectos de salud mental e impacto social
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Sería estar en disposición de sostener algo de lo que ocurre, con porosidad ante las propuestas, disponiendo la propia subjetividad desde un cierto «no saber» que no acaba de negar lo que sabe, pero que deja sitio al saber de otros. La función de coordinación escucha, traduce, teje, acompaña, si es necesario ayuda a elaborar y discernir, a recuperar la tarea si hay mucha evasión, y a veces colabora recuperando vitalidad, memoria, silencio. En ocasiones, la sutil intervención «da la impresión de ser un fracaso…
Redacción
El objetivo de este artículo es realizar una reflexión crítica sobre la participación de las personas con un diagnóstico de trastorno mental en la comunidad desde una perspectiva de derechos y de construcción comunitaria de espacios colectivos. En la primera parte se realiza una revisión sobre conceptos básicos como salud mental comunitaria y el significado de participación, entendida como un fin y no como un medio. En la segunda parte se presenta, como ejemplo, el grupo de mujeres de Radio Nikosia, narrado en primera persona por las propias participantes. Los aspectos destacados del grupo son su horizontalidad, flexibilidad y autoorganización en un espacio fuera del sistema sanitario donde es posible expresarse sin miedo a ser juzgadas.
Estos espacios comunitarios son necesarios para garantizar que las personas, y en especial las mujeres, con diagnóstico de trastorno mental puedan ejercer sus derechos y su autonomía fundamentales. Deben organizarse propuestas desde el interés de las propias participantes, en espacios abiertos y flexibles de ciudadanía donde el diagnóstico no condicione los lazos comunitarios, con funciones profesionales que acompañen, sostengan y faciliten sin invadir ni imponer. Queda el reto de promocionar estas prácticas visibilizándolas para conocer sus efectos, no solo en sus participantes, sino también en la propia comunidad. Las reformas de desinstitucionalización psiquiátrica derribaron los muros de los hospitales psiquiátricos, pero en algunos casos no lograron proporcionar alternativas que garantizaran una vida digna para las personas con un diagnóstico de trastorno mental grave.
Muchos planes de salud mental recogen como principio básico la participación de las personas diagnosticadas tanto en los espacios sociales de decisión como en la vida cotidiana4,5. Sin embargo, desde los movimientos que luchan por estos derechos se denuncia que esta participación resulta poco efectiva, más simbólica que generadora de autonomía2,5. Además, muchas de las estrategias efectivas de participación comunitaria no han surgido desde estos planes, sino desde los movimientos sociales de base que se han apropiado de los espacios de representación.
La falta de alternativas comunitarias reales, que tuvieran en cuenta sus anhelos e intereses, produjo un aislamiento de la vida cotidiana y una expulsión simbólica y real de los espacios públicos, en teoría accesibles a toda la población1,2. Desde la salud comunitaria, con perspectiva de determinantes sociales, solo puede entenderse la producción de salud mental si existen las condiciones materiales y sociales que faciliten vivir una vida digna. Esto incluye el acceso a la vivienda y a un empleo de calidad, a relaciones y a espacios sociales significativos, pero también a la participación efectiva en espacios comunitarios de construcción de autonomía3.
La primera línea, denominada BENESTAR, busca financiar iniciativas que aborden los retos en salud mental y bienestar emocional dentro de las universidades y equipo de psicología intercultural Barcelona el sistema de investigación catalán. Además, las propuestas deberán involucrar a entidades de la sociedad civil, administraciones locales u otros organismos públicos del territorio. Por otro lado, la convocatoria IMPACTE se centra en impulsar el impacto social del conocimiento generado por universidades y centros de investigación. Los proyectos deberán alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 y responder a los desafíos globales desde un enfoque local. A todas las compañeras que forman parte del grupo de mujeres de Radio Nikosia. A Martín Correa-Urquiza, Fabiana Rossarola, Jon Barrena, Paula García y el maravilloso colectivo nikosiano.